Thursday, April 25, 2013

Grace in a Sandwich/Gracia en un Sandwich


Reflections on our first visit to the 
National Pediatric Institute last December.
Reflecciones sobre nuestra primera visita al 
Instituto Nacional de Pediatría el pasado diciembre.


                The sights and sounds, soon to become routine, were still new to our senses.  Our first day at the National Pediatric Institute in Mexico City with Daniel began before sunup as we left Vero and Adrian in charge of the 17 other children and carried a sleeping Daniel into the truck to drive off towards hope, hope that this hospital would have the audacity to treat such a complicated “case”, otherwise known as our son, Daniel.

                Las vistas y los sonidos que pronto formarían parte de nuestra rutina, todavía seguían nuevos y extraños.  Nuestra primera visita al Instituto Nacional de Pediatría en la Ciudad de México con Daniel comenzó antes de la salida del sol cuando dejamos a Vero y Adrian a cargo de los otros 17 niños y llevamos a un Daniel dormido en la troca para manejar juntos hacia la esperanza, la esperanza que este hospital tendría la audacidad de tratar un “caso” tan complicado.  El “caso” era nuestro hijo, Daniel.



Now, hours later, we continued to sit in a creaky row among many other wobbly rows of plastic chairs, crying children, confused and worried parents, white-coated doctors and capped nurses seemingly holding the fate of our children in their knowledge and willingness, or lack thereof.  Then, a new uniform appeared!  The white and blue pin-stripes brought memories flooding back of my red and white candy-striping days back in high school at the Flower Rehabilitation Hospital in Toledo.  This uniform differed from the others!  It smiled!  The volunteers began to announce a clown show for those hurting little bodies waiting for more pricks and prods!  Anything to make the soul soar while the body aches!  Danny’s eyes lit up and his body straightened up as he reached out for the coveted green ticket that would give him entrance into moments of laughter and forgetting the present situation.  The half hour that ensued was peppered with: “Is it time?  Is it time?”  Well, the time did arrive and Danny and I took our positions in the hospital auditorium, leaving Victor to man the waiting room to await the announcement of Danny’s turn.



Ahora, horas después, seguíamos sentados en una fila de sillas plásticas entre muchas otras filas de asientos que rechinaban, entre niños lloriqueando, padres confundidos y preocupados y doctores de bata blanca con las enfermeras de gorrita….los que parecían tener el poder de determinar el futuro de nuestros hijos en su conocimiento y disponibilidad…o falta de.  Luego, ¡un nuevo uniforme apareció!  Las rayitas blancas y azules trajeron a la memoria mis días de voluntariado en un hospital de rehabilitación en Toledo, Ohio como muchacha de la prepa.  Pero, este uniforme era diferente a los demás uniformes del Instituto….¡llevaba una sonrisa puesta!  Las voluntarias comenzaron a anunciar un show de payasos para estos cuerpecitos adoloridos que esperaban más examenes, pruebas, piquetes y agujas.  ¡Cualquier cosa para hacer volar el alma ,aunque el cuerpo dolía, era bienvenida!  Los ojitos de Danny brillaron y su cuerpo se erguió mientras se estiraba para alcanzar uno de estos boletos verdecitos que le daría entrada a momentos de risa y de olvidar la situación a la mano.  La media hora que siguió se llenó de:  “¿Ya es hora?  ¿Ya es hora?”   Bueno, la hora llegó y Danny y yo tomamos nuestros puestos en el auditorio del hospital mientras dejamos a Victor de guardia en la sala de espera para escuchar el anuncio del turno de Daniel con uno de los de bata blanca. 

We chose a chair, snuggled together and awaited for the laughter to arrive on stage.  In a few minutes, the first painted face came out and began to tell his customary jokes, chuckles filling the air, not so much because of his great joking ability, but because of our great need to laugh!  Just in time to feel a tap on the shoulder….Victor announcing Danny’s turn with the doctor.  The laughter turned to cries, “But, Mommy, the cloooowwwnnnss!” 

Escogimos un asiento, abrazaditos, y esperamos que llegara la risa al escenario.  En unos pocos minutos, apareció la primera cara pintada y comenzó a contar los chistes de costumbre.  Risitas llenaron el auditorio, no tanto por su gran habilidad de aquel pasayo de contar chistes, ¡pero debido a nuestra gran necesidad de reír!  Justo entonces sentí un toque en mi hombre….era Victor anunciando el turno de Daniel con el doctor.  La risa se tornó en llanto:  “¡Pero, Mami, los payaaaaasssoooosss!”

The rest of the morning passed in a blur of this doctor’s office, that paperwork, repeating the story: “No, he isn’t our biological son.  Yes, he is still our son.”  The hospital corridors and elevators seemed like a maze that even the best and brightest of the lab rats could never learn.  I prayed they would become familiar because that would mean hope for Danny, a hospital able, and willing, to treat him.  We got off the orange elevator, again, turned to the left and….found ourselves in the lobby of the auditorium, just as the blue and white striped smiles announced the newest set of instructions:  “Please form a line at the appropriate window, by age and gender, with your green ticket in hand.”  Surprises!  They were going to give out surprises! 

Lo demás de la mañana se pasó de volada yendo de una oficina a otra, papeleos, repitiendo la historia:  “No, no es nuestro hijo biológico.  Pero sí, es nuestro hijo, nuestro hijo de corazón.”  Los corredores y elevadores del hospital parecían un laberinto que ni el más inteligente de los ratones de laboratorio pudiera señorear.  Yo le pedía a Dios que se hicieran familiar porque esto significaría que el hospital haya dado esperanza a Daniel, que el hospitial estuviera dispuesto a recibirlo como paciente.  Nos bajamos, de nuevo, del elevador anaranjado, dimos la vuelta hacia la izquierda y nos encontramos en el lobby del auditorio, justo cuando las sonrisas de rayitas azules y blancas anunciaban nuevas instrucciones:  “Por favor, hagan fila en la ventanilla apropiada, conforme el género y edad del pacientito.  Aseguren de tener sus boletos verdes en la mano.”  ¡Sorpresas!  ¡Iban a dar sorpresas!

The next thing on our agenda was ….waiting, so we sent Daddy to his waiting room post and Danny and I ran to the “boy, ages 4-5” line.  We were first!  I dug into my coat pocket with one hand as the other gripped Danny’s little fingers, along with the purse, the bag of books and toys and the tote with the birth certificate, guardianship signatures, copies of previous tests, Danny’s life inked onto paper.  No ticket!  So, I released my grip, knelt down and searched through each of those bags, the purse, the “to keep busy” bag and the “life on paper” bag, as we, in Christ-like fashion, of course, allowed other anxious parents with grippy-hand children to go ahead of us.  As each pocket and bag refused to spit out the green ticket, Danny’s smile faded, no it fell, all the way to the bottom of his soul and came back up in tears. 

La siguiente actividad en nuestra agenda era…correr para esperar, así que, mandamos a Papá a correr a esperar en su puesto en la sala de espera y Danny y yo nos apresuramos a la fila marcada, “niño, 4-5 años".  ¡Fuimos los primeros!  Metí una mano en la bolsa de mi chamarra en búsqueda del mágico boleto verde, mientras con la otra mano agarraba los deditos de Daniel, junto con mi bolsa de mano, la bolsa de libros y juguetes, la bolsa con el acta de nacimiento, las firmas de guarda custodia, copias de exámenes medicos…la vida de Daniel grabada en papel.  ¡No había boleto!  Así que, solté la manita de Daniel, me puse de rodillas y escarbé en cada una de estas bolsas:  la bolsa de mano, la bolsa de “cosas que hacer”, la bolsa de “vida en papel”, dejando a otros padres ansiosos con sus niños tomados de la mano pasar adelante de nosotros en la fila.  Mientras cada bolsa y bolsillo rehusaba escupir el boleto verde, la sonrisa de Daniel se desvaneció, no, mejor dicho, su sonrisa cayó hasta las profunidades de su alma y volvió a resurgir como un río de lágrimas.

I finally was left with only one option.  I jostled the bags back onto the shoulder, gripped Danny’s hand in mine and approached the little window with the smiley blue and white uniform behind it.  “M’am, I know you have heard this so many times before.  But, I have lost our ticket.  Would you have a gift for my son anyway?”  I could not believe the words coming out of my mouth!  I had always been the smiley one in charge of those cherished surprises…at children’s events with Kid Konnection in college, during street festivals as a young pastor’s wife in Logansport, Indiana, on numerous Evangelistic Medical Mission Crusades here in Mexico.  I had never been the flustered parent with so much more to think about than a green ticket when suddenly that green ticket is all you can think about, all you desire, the key to a small moment of happiness for your child.  My own tears welled up, threatening to spill down my cheeks and make me look more like Danny’s little sister than his mature mother.  That blessed middle-aged volunteer just kept on smiling as she reached for a plastic toy and a small bag, “M’am, it’s our little secret.  Enjoy!”  Oh, the mercy!  Oh, the grace….receiving the undeserved, when all I deserved was a reprimand, much less a blessing!

Finalmente, me quedaba una sola opción.  Luché con las bolsas para subirlas de nuevo a mi hombro, agarré la manita de Daniel en la mía y me acerqué a la ventanilla con la sonrisa de rayitas azules y blancas atrás.  “Señorita, sé que Ud. ha escuchado esto mil veces, pero, he perdido nuestro boleto.  ¿Podría darle un regalito a mi hijo de todas maneras?”  ¡Yo no podia creer las palabras que salían de mi boca!  Yo siempre había sido la sonriente acargo de las sorpresas codiciadas…en eventos infantiles en la Universidad, durante festivales como una joven esposa de pastor en Logansport, Indiana, durante varias Campañas Médicas Misioneras y Evangelísticas aquí en México.  Nunca me había tocado ser la madre desesperada con mucho más en qué pensar que en un boletito verde cuando, de repente, lo único en que puedes pensar es en un boletito verde….tu único deseo….la llave a un momento de felicidad para tu hijo.  Mis ojos se llenaron de lágrimas, amenazando con fluir por mis mejillas y hacerme parecer más a una hermanita de Daniel, en vez de su madre madura.  Esa maravillosa voluntaria de mediana edad simplemente se siguió sonriendo mientras agarró un juguetito de plástico y una bolsita:  “Señora, es nuestro secreto.  ¡Disfruten!”  ¡Oh, la misericordia!  ¡Oh, la gracia….el recibir lo no merecido, cuando lo único que merecía era un regaño, no una bendición!

We pulled out of line with our treasures in hand and then the tears did come!  Danny grabbed for the plastic Madagascar penguins, somebody’s overstock, but now our momentary escape from electrocardiograms.  I, however, knelt, awestruck at the other treasures in hand….a half of a sandwich and a juice box.  The hours had gone by as we worked our way through the medical maze and my little boy had increasingly begged for lunch….”Just one more office.  Just one more paper.  Just one more…something.”  (The original snacks in the “to keep busy” bag had long disappeared!)  And, here, in my hand was…lunch!  We joined Daddy on the wobbly plastic chairs and I watched Danny bite into heaven and slurp on grace.


Salimos de la fila y entonces ¡ las lágrimas fluyeron libremente!  Danny agarró el juguetito de los pingüinos de Madagascar, sobras de un tienda, pero ahora nuestro escape momentáreo de electrocardiogramas.  Yo, al contrario, me arrodillé con los otros tesoros en la mano….la mitad de un sandwich y una cajita de jugo.  Las horas había ido pasando mientras atravesamos el laberinto medico y mi chiquillo había pedido algo de comer varias veces…"Solo una oficina más.  Solo un document más.  Solo uno más…de algo.”  (Las cositas que había llevado yo para comer habían desaparecido desde hace horas.)  Y, ahora, en mi mano estaba…¡un almuerzo  Fuimos a encontrar a Papá en su puesto en la silla chueca de plastic y miré mientras Danny comió una mordida del cielo y tomó un poco de gracia de una cajita.



You know, several weeks later, I put my hand into that same coat pocket…and pulled out a wrinkled green ticket!  I think Jesus just wanted to show me that day that sometimes His grace looks like a half of a sandwich and a toy…with no ticket!

Saben, varias semanas después metí mi mano en la misma bolsa de mi chamarra…y saqué el boleto verde todo arrugado.  Creo que Jesús simplemente me quería enseñar ese día que a veces Su Gracia se parece a la mitad de un sandwich, jugo y un juguete….¡todo sin un boleto!


In typical child fashion, a few days after visiting the hospital, Danny taught his siblings the fine technique of placing electrocardiogram patches and listening to one’s heartbeat.  Ruth quickly became the intern and David the willing patient!  Danny, of course, was the hero!

De manera típica de los niños, unos días después de su visita al hospital, Danny enseñó a sus hermanos la fina técnica de poner los parches del electrocardiograma y cómo escuchar a su corazón.  Ruth rápidamente tomó el papel de la doctora alumna y David el paciente más que paciente.  ¡Danny, por supuesto, fue el héroe!



1 comment:

Ashleigh said...

I just cried and cried! Thanks for sharing! I miss you all so much. That last picture of Danny...wow...through all the prayers and "knowing" as an adult what he faces and he sees it as a news "cool" way to play with his siblings. :) And that's how we are to view life....as little children trusting in Father. What a reminder!