Reflections on our first visit to the
National Pediatric Institute last
December.
Reflecciones sobre nuestra
primera visita al
Instituto Nacional de Pediatría el pasado diciembre.
The sights and
sounds, soon to become routine, were still new to our senses. Our first day at the National Pediatric
Institute in Mexico City with Daniel began before sunup as we left Vero and
Adrian in charge of the 17 other children and carried a sleeping Daniel into
the truck to drive off towards hope, hope that this hospital would have the audacity to treat such a complicated
“case”, otherwise known as our son, Daniel.
Las vistas y los sonidos que pronto
formarían parte de nuestra rutina, todavía seguían nuevos y extraños. Nuestra primera visita al Instituto Nacional
de Pediatría en la Ciudad de México con Daniel comenzó antes de la salida del
sol cuando dejamos a Vero y Adrian a cargo de los otros 17 niños y llevamos a un
Daniel dormido en la troca para manejar juntos hacia la esperanza, la esperanza
que este hospital tendría la
audacidad de tratar un “caso” tan complicado.
El “caso” era nuestro hijo, Daniel.
Now, hours later, we continued to sit in a creaky row
among many other wobbly rows of plastic chairs, crying children, confused and
worried parents, white-coated doctors and capped nurses seemingly holding the
fate of our children in their knowledge and willingness, or lack thereof. Then, a new uniform appeared! The white and blue pin-stripes brought
memories flooding back of my red and white candy-striping days back in high
school at the Flower Rehabilitation Hospital in Toledo. This uniform differed from the others! It smiled!
The volunteers began to announce a clown show for those hurting little
bodies waiting for more pricks and prods!
Anything to make the soul soar while the body aches! Danny’s eyes lit up and his body straightened
up as he reached out for the coveted green ticket that would give him entrance
into moments of laughter and forgetting the present situation. The half hour that ensued was peppered with:
“Is it time? Is it time?” Well, the time did arrive and Danny and I
took our positions in the hospital auditorium, leaving Victor to man the
waiting room to await the announcement of Danny’s turn.
Ahora, horas
después, seguíamos sentados en una fila de sillas plásticas entre muchas otras
filas de asientos que rechinaban, entre niños lloriqueando, padres confundidos
y preocupados y doctores de bata blanca con las enfermeras de gorrita….los que
parecían tener el poder de determinar el futuro de nuestros hijos en su
conocimiento y disponibilidad…o falta de.
Luego, ¡un nuevo uniforme apareció!
Las rayitas blancas y azules trajeron a la memoria mis días de
voluntariado en un hospital de rehabilitación en Toledo, Ohio como muchacha de
la prepa. Pero, este uniforme era
diferente a los demás uniformes del Instituto….¡llevaba una sonrisa
puesta! Las voluntarias comenzaron a
anunciar un show de payasos para estos cuerpecitos adoloridos que esperaban más
examenes, pruebas, piquetes y agujas. ¡Cualquier
cosa para hacer volar el alma ,aunque el cuerpo dolía, era bienvenida! Los ojitos de Danny brillaron y su cuerpo se
erguió mientras se estiraba para alcanzar uno de estos boletos verdecitos que
le daría entrada a momentos de risa y de olvidar la situación a la mano. La media hora que siguió se llenó de: “¿Ya es hora?
¿Ya es hora?” Bueno, la hora llegó y Danny y yo tomamos
nuestros puestos en el auditorio del hospital mientras dejamos a Victor de
guardia en la sala de espera para escuchar el anuncio del turno de Daniel con
uno de los de bata blanca.
We chose a chair, snuggled together and awaited for
the laughter to arrive on stage. In a
few minutes, the first painted face came out and began to tell his customary
jokes, chuckles filling the air, not so much because of his great joking
ability, but because of our great need to laugh! Just in time to feel a tap on the
shoulder….Victor announcing Danny’s turn with the doctor. The laughter turned to cries, “But, Mommy,
the cloooowwwnnnss!”
Escogimos un
asiento, abrazaditos, y esperamos que llegara la risa al escenario. En unos pocos minutos, apareció la primera
cara pintada y comenzó a contar los chistes de costumbre. Risitas llenaron el auditorio, no tanto por
su gran habilidad de aquel pasayo de contar chistes, ¡pero debido a nuestra
gran necesidad de reír! Justo entonces
sentí un toque en mi hombre….era Victor anunciando el turno de Daniel con el
doctor. La risa se tornó en llanto: “¡Pero, Mami, los payaaaaasssoooosss!”
The rest of the morning passed in a blur of this
doctor’s office, that paperwork, repeating the story: “No, he isn’t our
biological son. Yes, he is still our
son.” The hospital corridors and
elevators seemed like a maze that even the best and brightest of the lab rats
could never learn. I prayed they would
become familiar because that would mean hope for Danny, a hospital able, and
willing, to treat him. We got off the
orange elevator, again, turned to the left and….found ourselves in the lobby of
the auditorium, just as the blue and white striped smiles announced the newest
set of instructions: “Please form a line
at the appropriate window, by age and gender, with your green ticket in
hand.” Surprises! They were going to give out surprises!
Lo demás de la
mañana se pasó de volada yendo de una oficina a otra, papeleos, repitiendo la historia: “No, no es nuestro hijo biológico. Pero sí, es nuestro hijo, nuestro hijo de
corazón.” Los corredores y elevadores
del hospital parecían un laberinto que ni el más inteligente de los ratones de
laboratorio pudiera señorear. Yo le
pedía a Dios que se hicieran familiar porque esto significaría que el hospital
haya dado esperanza a Daniel, que el hospitial estuviera dispuesto a recibirlo
como paciente. Nos bajamos, de nuevo,
del elevador anaranjado, dimos la vuelta hacia la izquierda y nos encontramos
en el lobby del auditorio, justo cuando las sonrisas de rayitas azules y
blancas anunciaban nuevas instrucciones:
“Por favor, hagan fila en la ventanilla apropiada, conforme el género y
edad del pacientito. Aseguren de tener sus
boletos verdes en la mano.”
¡Sorpresas! ¡Iban a dar
sorpresas!
The next thing on our agenda was ….waiting, so we sent
Daddy to his waiting room post and Danny and I ran to the “boy, ages 4-5”
line. We were first! I dug into my coat pocket with one hand as
the other gripped Danny’s little fingers, along with the purse, the bag of
books and toys and the tote with the birth certificate, guardianship signatures,
copies of previous tests, Danny’s life inked onto paper. No ticket!
So, I released my grip, knelt down and searched through each of those
bags, the purse, the “to keep busy” bag and the “life on paper” bag, as we, in
Christ-like fashion, of course, allowed other anxious parents with grippy-hand
children to go ahead of us. As each
pocket and bag refused to spit out the green ticket, Danny’s smile faded, no it
fell, all the way to the bottom of his soul and came back up in tears.
La siguiente
actividad en nuestra agenda era…correr para esperar, así que, mandamos a Papá a
correr a esperar en su puesto en la sala de espera y Danny y yo nos apresuramos
a la fila marcada, “niño, 4-5 años".
¡Fuimos los primeros! Metí una
mano en la bolsa de mi chamarra en búsqueda del mágico boleto verde, mientras
con la otra mano agarraba los deditos de Daniel, junto con mi bolsa de mano, la
bolsa de libros y juguetes, la bolsa con el acta de nacimiento, las firmas de
guarda custodia, copias de exámenes medicos…la vida de Daniel grabada en
papel. ¡No había boleto! Así que, solté la manita de Daniel, me puse
de rodillas y escarbé en cada una de estas bolsas: la bolsa de mano, la bolsa de “cosas que
hacer”, la bolsa de “vida en papel”, dejando a otros padres ansiosos con sus
niños tomados de la mano pasar adelante de nosotros en la fila. Mientras cada bolsa y bolsillo rehusaba
escupir el boleto verde, la sonrisa de Daniel se desvaneció, no, mejor dicho,
su sonrisa cayó hasta las profunidades de su alma y volvió a resurgir como un
río de lágrimas.
I finally was left with only one option. I jostled the bags back onto the shoulder,
gripped Danny’s hand in mine and approached the little window with the smiley
blue and white uniform behind it. “M’am,
I know you have heard this so many times before. But, I have lost our ticket. Would you have a gift for my son
anyway?” I could not believe the words
coming out of my mouth! I had always
been the smiley one in charge of those cherished surprises…at children’s events
with Kid Konnection in college, during street festivals as a young pastor’s
wife in Logansport, Indiana, on numerous Evangelistic Medical Mission Crusades
here in Mexico. I had never been the
flustered parent with so much more to think about than a green ticket when
suddenly that green ticket is all you can
think about, all you desire, the key to a small moment of happiness for your
child. My own tears welled up,
threatening to spill down my cheeks and make me look more like Danny’s little
sister than his mature mother. That
blessed middle-aged volunteer just kept on smiling as she reached for a plastic
toy and a small bag, “M’am, it’s our little secret. Enjoy!”
Oh, the mercy! Oh, the
grace….receiving the undeserved, when all I deserved was a reprimand, much less
a blessing!
Finalmente, me
quedaba una sola opción. Luché con las
bolsas para subirlas de nuevo a mi hombro, agarré la manita de Daniel en la mía
y me acerqué a la ventanilla con la sonrisa de rayitas azules y blancas
atrás. “Señorita, sé que Ud. ha
escuchado esto mil veces, pero, he perdido nuestro boleto. ¿Podría darle un regalito a mi hijo de todas
maneras?” ¡Yo no podia creer las
palabras que salían de mi boca! Yo
siempre había sido la sonriente acargo de las sorpresas codiciadas…en eventos
infantiles en la Universidad, durante festivales como una joven esposa de
pastor en Logansport, Indiana, durante varias Campañas Médicas Misioneras y
Evangelísticas aquí en México. Nunca me
había tocado ser la madre desesperada con mucho más en qué pensar que en un
boletito verde cuando, de repente, lo único en que puedes pensar es en un
boletito verde….tu único deseo….la llave a un momento de felicidad para tu
hijo. Mis ojos se llenaron de lágrimas,
amenazando con fluir por mis mejillas y hacerme parecer más a una hermanita de
Daniel, en vez de su madre madura. Esa
maravillosa voluntaria de mediana edad simplemente se siguió sonriendo mientras
agarró un juguetito de plástico y una bolsita:
“Señora, es nuestro secreto.
¡Disfruten!” ¡Oh, la
misericordia! ¡Oh, la gracia….el recibir
lo no merecido, cuando lo único que merecía era un regaño, no una bendición!
We pulled out of line with our treasures in hand and then the tears did come! Danny grabbed for the plastic Madagascar penguins, somebody’s overstock, but now our momentary escape from electrocardiograms. I, however, knelt, awestruck at the other treasures in hand….a half of a sandwich and a juice box. The hours had gone by as we worked our way through the medical maze and my little boy had increasingly begged for lunch….”Just one more office. Just one more paper. Just one more…something.” (The original snacks in the “to keep busy” bag had long disappeared!) And, here, in my hand was…lunch! We joined Daddy on the wobbly plastic chairs and I watched Danny bite into heaven and slurp on grace.
Salimos de la
fila y entonces ¡ las lágrimas fluyeron libremente! Danny agarró el juguetito de los pingüinos de
Madagascar, sobras de un tienda, pero ahora nuestro escape momentáreo de
electrocardiogramas. Yo, al contrario,
me arrodillé con los otros tesoros en la mano….la mitad de un sandwich y una
cajita de jugo. Las horas había ido
pasando mientras atravesamos el laberinto medico y mi chiquillo había pedido
algo de comer varias veces…"Solo una oficina más. Solo un document más. Solo uno más…de algo.” (Las cositas que había llevado yo para comer
habían desaparecido desde hace horas.)
Y, ahora, en mi mano estaba…¡un almuerzo
Fuimos a encontrar a Papá en su puesto en la silla chueca de plastic y
miré mientras Danny comió una mordida del cielo y tomó un poco de gracia de una
cajita.
You know, several weeks later, I put my hand into that
same coat pocket…and pulled out a wrinkled green ticket! I think Jesus just wanted to show me that day
that sometimes His grace looks like a half of a sandwich and a toy…with no
ticket!
Saben, varias
semanas después metí mi mano en la misma bolsa de mi chamarra…y saqué el boleto
verde todo arrugado. Creo que Jesús
simplemente me quería enseñar ese día que a veces Su Gracia se parece a la
mitad de un sandwich, jugo y un juguete….¡todo sin un boleto!
In typical child fashion, a few days after visiting the hospital, Danny
taught his siblings the fine technique of placing electrocardiogram patches and
listening to one’s heartbeat. Ruth
quickly became the intern and David the willing patient! Danny, of course, was the hero!
De manera típica de los niños, unos días
después de su visita al hospital, Danny enseñó a sus hermanos la fina técnica
de poner los parches del electrocardiograma y cómo escuchar a su corazón. Ruth rápidamente tomó el papel de la doctora
alumna y David el paciente más que paciente.
¡Danny, por supuesto, fue el héroe!